
Vimos en la primera parte que la historia de la Atlántida es un mito que usa Platón en dos de sus diálogos (como hizo con otros muchos mitos en otros muchos diálogos). No se trata, pues, de un relato histórico. No obstante, los atlantólogos sostienen que sí, que existió realmente. Como no existe ni una sola prueba arqueológica, geológica, documental o de cualquier otro tipo, pues se ha de echar mano de “pruebas indirectas”.
¿Qué es una prueba indirecta?
Aquella que muestra las consecuencias, restos o alusiones a lo que se pretende buscar. Si se da con éstos, ha de existir lo que los provocó.
Y aquí comienza el verdadero derrape de los atlantólogos, porque si es necesario pasar por Platón para afirmar que la Atlántida existió (es el único “testimonio”; todos los demás están referidos a él), para las “pruebas indirectas” es imprescindible olvidarse de Platón o negarlo Veámoslo.
¿Dónde se buscan consecuencias o restos de un continente perdido?
Si la de los atlantes era una civilización avanzadísima (les es necesario suponer esto aunque sea una bobada que Platón no dijo), y disponía de unos medios técnicos sólo a su alcance, hay que buscar restos arqueológicos de edificaciones que resulten de imposible construcción para los pueblos que las levantaron, o bien símbolos o elementos artísticos atribuibles a los atlantes, aunque no tengamos ni pajolera idea de cómo hubiera podido ser la estética atlante. Dicho así parece una tontería pero es realmente lo que hacen los atlantólogos.
¿Y dónde va a buscarse esto?
Por ejemplo, en Egipto: la gran pirámide. Esto es, se sostiene que la pirámide de Keops no fue levantada por los egipcios porque es imposible que la edificaran ellos solos. En realidad, las edificaciones que “no levantaron” los pueblos que se supone que las levantaron se multiplican bajo los ojos escrutadores de los himbeztigadores, afirmando sin rbor que fueron “ayudados”, “enseñados” o “apoyados” por una megacivilización avanzadísima, y todo ello a pesar de lo que dice el mismo Platón y que pudimos leer en la anterior entrada; para Platón todo era absolutamente… griego:
Los astilleros estaban llenos de trirremes y de todos los artefactos correspondientes, todo adecuadamente preparado.
Los trirremes eran naves con tres hileras de remeros muy propia de la Grecia clásica y conocidas por Platón (recordemos de nuevo que se concede a la Atlántida una antigüedad de 11.000 años; ¡qué poco avanzó la naútica en 11.000 años!). Sin duda, un pueblo tecnológicamente hiperavanzadísimo…
En su búsqueda de “edificios imposibles”, los atlantólogos encontraron los siguientes:
- la pirámide de Keops
- la esfinge vecina de la gran pirámide de Keops
- la fortaleza inca de Sacsayhuamán
- las ruinas de Tiahuanaco
- los moais de la Isla de Pascua
- las pirámides de Teotihuacan
- las cabezas olmecas
- etc., etc., etc….
De esta forma, no sólo se menosprecia a los pueblos que hicieron estas maravillas (los consideran incapaces de tales obras) sino que se justifica un etnocentrismo intolerable pues los atlantes eran, por supuesto, caucásicos, esto es, blancos sabios que enseñaron a africanos y americanos torpes cómo se hacían edificios de piedra.
Para poder aventurar la hipótesis atlante, además, hay que partir de algo que “no se sabe cómo” y pasar a la pregunta “¿quién lo hizo entonces?” para responderse “los atlantes” sin que medie conocimiento alguno de la Atlántida o de datos sobre la posibilidad de algo parecido. Lo suyo sería poder establecer las características y posibilidades de los ciudadanos de la Atlántida para poder atribuirles lo que les corresponda, pero sin este conocimiento… ¿por qué los atlantes y no cualquier otra civilización? No se sabe, aunque los hay que incluso aventuran ayuditas de tipo extraterrestre.
Lo curioso de los himbeztigadores es que se centran en determinados edificios obviando el resto de la arqueología de aquellos pueblos. Resulta más que curioso cómo alguno se aplica incluso el título de “piramidólogo”, especialista en el estudio de las pirámides, como si éstas fueran excreciones que nada tuvieran que ver con las demás muestras de arquitectura propias de los pueblos que las levantaron. Es el caso de Manuel José Delgado, autoproclamado piramidólogo que llega a decir cosas como las siguientes:
He estado en Finlandia para visitar la casa de Papá Noel y curiosear por los misterios de la Navidad.Fuente: http://www.madridoculto.com/ManuelJoseDelgado.htm
A lo que vamos. Este hombre dice esto en la web de su agencia de viajes para una de sus ofertas vacacionales:
Excursión opcional para visitar dos de los más bellos templos de Egipto y mejor conservados. El templo de Abydos, construído por Seti I y Ramsés II, que guarda entre sus muros uno de los mayores enigmas de Egipto: El Osirión. Y el templo de Dendera, dedicado a la diosa Hathor, cuyos relieves nos hablan de la antigua Atlántida y sobre tecnologías imposibles.Fuente: http://www.viajesalnur.com/viaje_Egipto_verano_2007.html
Los relieves a los que se refiere son éstos:

Los piramidólogos, esotéricos y misteriólogos dicen que se trata de bombillas… Sería el prototipo de “prueba indirecta”: los egipcios no conocían la electricidad, por lo tanto… ¡los atlantes! ¿Conocían los atlantes la electricidad? ¿Cómo se sabe que sí? ¿En virtud de qué se atribuye a la Atlántida algo así? Y si no se sabe, ¿cómo se concluye entonces que es tecnología atlante?
En realidad se trata de flores de loto con serpientes y que representan al dios Harsumtus, aunque es más megaguay pensar que sean bombillas del Antiguo Egipto… o tecnología de procedencia atlante. Ahora viene el momento en el que usted no se fía de mí (no tiene por qué) y busca por usted mismo… ¿Será verdad lo que dice este tío? Busque.
Si menciono a este “piramidólogo” es porque se cumplen en él las condiciones de todo buen buscador de “pruebas indirectas”:
- crítica de lo que se denomina “ciencia oficial” (a saber qué cosa puede ser esto); se trata de despotricar contra egiptólogos, arqueólogos, historiadores, filólogos… porque ocultan estas cosas misteriosas que ellos han resuelto
- conocimiento de elaboración propia acerca de “enigmas” que los anteriores pasan por alto y/o ocultan
- conclusiones basadas en… los conocimientos profundísimos fruto de… complicadísimos estudios con métodos… de elaboración propia que tienen en cuenta… exhaustivas recopilaciones de datos tomados de… experiencias personales avaladas por… otras conclusiones basadas en… los conocimientos…
- un desconocimiento supino de egiptología, arqueología, historia, filología, etc.
- una ausencia total de datos sobre lo que se supone que debía ser la Atlántida y sus posibilidades que no impide decir cualquier tontería
- una asombrosa capacidad para aceptar cualquier cosa como “enigma” y cualquier otra cosa como “respuesta al enigma”
- una desvergüenza absoluta para presentar sus tesis como verdaderas y demostradas
- una asombrosa capacidad para elaborar respuestas para cuanto misterio misteriosamente misterioso caiga en sus manos
La cosa es que la Atlántida, casi olvidada durante más de veinte siglos, pasó a ser centro de interés en según qué círculos a partir de que grupos esotéricos la recuperaran para sus delirios. Madame Blavatsky en el s. XIX y Edgar Cayce en el s. XX tuvieron “conocimiento” de la Atlántida a través de revelaciones espirituales y sueños, cuando no proveniente de mensajeros de vaya usted a saber dónde. El señor Cayce parece que llegó a predecir el resurgimiento de la Atlántida frente a la costa este de los Estados Unidos a finales de los años sesenta… Esto no ha ocurrido aún.
Así, sin datos, sin estudios rigurosos, sin más fundamento que el de los delirios teosóficos o esotéricos, la Atlántida ha pasado a formar parte de la colección de temas recurrentes del elenco de misterios habituales en los círculos esotéricos y las publicaciones sobre asuntos paranormales. Puede usted preguntarse qué cosa invitaría a pensar en una Atlántida megasuperavanzada. La única respuesta que cabe es el deseo de los esotéricos y canalizadores de que sea cierto.
Para más tonterías sobre la Atlántida puede usted visitar en este mismo blog los enlaces sobre Historia y esoterismo de Mayo de 2007.
Otra "prueba indirecta", otro intento desesperado, es buscar coincidencias entre la cultura egipcia y otras, y aquí los piramidólogos encuentra la razón de ser de su "titulación": otras culturas también hicieron pirámides. Y aparecen pirámides, claro, en otros lugares. Solución: fueron "enseñados", "ayudados" o influidos por la misma megacivilización. Pero, ¿qué hace pensar que es necesario establecer una mediación entre las pirámides egipcias y, por ejemplo, las mesoamericanas? El deseo de que exista la Atlántida. Pero, de nuevo, hay que negar a Platón: las pirámides egipcias no se construyeron hasta, al menos, el 3000 a.C y las mesoamericanas aún más tarde (no hay coincidencia temporal), siendo que la Atlántida se supone hundida 9.000 años antes de Platón... Claro que si negamos a Platón, ¿qué es de la Atlantida?
La pirámide es la estructura arquitectónica más simple: una piedra sobre otra piedra sobre otra piedra formando un piso sobre otro piso... ¿Por qué es tan extraño que en pueblos distintos y en tiempos distintos se construyeran pirámides? Ambos grupos culturales son víctimas de explicaciones fantásticas y esto encuentra mayor facilidad para su divulgación que los trabajos serios, que, por desgracia, no suelen resultar atractivos para el gran público. Esto no ocurre con los misterios misteriosamente misteriosos y sus voceros. Para "demostrar" la interacción se seleccionan coincidencias, se las reviste de enigmático rictus y se obvian las diferencias, que no son, por cierto, pocas. Y de nuevo, el puntito etnocentrista: atlantes blancos enseñaron a americanos y egipcios porque éstos, torpes supinos, ni sabían ni podían saber por sí solos...
¿Qué habría que buscar para encontrar una Atlántida?
Puestos a ello, habría que buscar una polis a la medida de la descrita por Platón, tal y como eran las ciudades-estado propias del mediterráneo clásico. Pero esto no es lo que hacen los himbeztigadores y esotéricos; tendrían que ponerse a estudiar el mundo clásico. Y eso de estudiar…
Otros, como Montexanos, tratan desesperadamente de que se tomen en serio sus "estudios" sobre la existencia de restos de la Atlántida al sur de España, aunque no ha presentado un solo dato, una sola prueba, un solo resto que permita aventurar tal cosa. Hay que hacerle caso porque hay que hacerle caso.
Georgeos D. Montexanos (que en realidad se llama Jorge Díaz Montesinos) sitúa la ciudad en el sur de España, en torno al estrecho de Gibraltar (también sostiene que la Atlántida es en realidad la península ibérica). ¿Por qué? Por el término "pélagos" presente en el diálogo platónico... El vocablo "pélagos" aparece mal traducido, dice, en muchos textos y diccionarios greco-latinos como "mar" o "alta mar". No argumenta por qué "muchos textos" y "muchos diccionarios" traducen mal "pélagos". Le da a él la gana. Y resulta que "pélagos" significa, precisamente, "mar" y que "piélago", que es como él finalmente traduce "pélagos", significa, casualmente y en castellano, "parte del mar, que dista mucho de la tierra". En otros usos puede significar "balsa de agua" o "estanque", pero jamás "estrecho".
Es más, Montexano decide que una traducción latina de Marsilio Ficino, de la que no da la referencia y que él luego traduce al castellano, es mejor que la del resto de traductores del mundo y de la historia sin explicar por qué. No sé si usted sabe que los originales de los diálogos no se conservan por lo que se trabaja con copias de copias de copias con las que es necesario un trabajo previo de reconstrucción del texto que nos permita acercarnos lo más posible al original y que no pudo hacer Ficino, no porque fuera imbécil, sino porque la filología no se proveyó de estos métodos hasta bastante después de que Ficino empezara a criar malvas. Así que a ver a cuento de qué la traducción al latín de Marsilio Ficino es la monda lironda de los traductores de Platón.
Decidir que Platón hace referencia a una civilización realmente existente y desaparecida obliga a considerar que Platón se equivoca en varios de los "detalles", porque impone unas restricciones temporales y geográficas que hay que saltarse o negar para hacer que cualquier cosa encontrada pueda ser Atlantis, porque de aplicarse a la Atlántida lo que Gillard y Montexanos dicen, Platón equivocó la fecha, el tamaño, la estructura política, la influencia territorial, la tecnología, la cultura, el fango no navegable resultante de la catástrofe (que Platón describe como actual)... De manera que, encontremos lo que encontremos, y aunque no se encuentre, se dirá que es la Atlántida aunque no se trate de la de Platón.
Para los delirios filológicos de Montexanos: http://usuarios.lycos.es/atlantisiberia/cultura/id24.htm
En esta web, Montexanos sostiene también que el acueducto de Segovia está erróneamente atribuido a los romanos...
Pródigo en foros y publicaciones variopintas, Montexano dice incluso que ha encontrado restos submarinos. Y hasta en esto mete la pata:
ninguna institución científica ha mostrado interés por estudiar las sólidas evidencias descubiertas por el equipo de exploradores colaboradores del investigador y escriptólogo Georgeos Díaz-Montexano, Fuente: http://DiscoveryAtlantis.sytes.net/
¡Cómo va a mostrar interés! Observe que la web no muestra ni una sola evidencia. Es más, dice lo siguiente:
El equipo de colaboradores de Georgeos Díaz-Montexano es el único que ha mostrado al mundo evidencias arqueológicas submarinas que han sido analizadas por científicos y que todavía no se han podido aún reconocer o clasificar. Estas evidencias se hallan a unas profundidades que se corresponden con el nivel antiguo del mar de varios miles de años antes de los tiempos de Solón y de Platón. Es decir, los científicos han analizado las evidencias... Pero no han sido ni reconocidas ni clasificadas... Pero son atlantes... porque se supone que están al nivel que tenía el mar en época de Solón... ¿Qué clase de evidencias son ésas?
Fuente indirecta: http://www.noticias.info/Archivo/2005/200501/20050119/20050119_45366.shtm
La cosa es que si decidimos que Platón se refiere a otra cosa, a otra guerra, a otro tamaño, a otra cultura, a otro pueblo, a otra historia, a otra época, a otra zona, ¿estamos hablando de la Atlántida platónica?
Se llega a decir que convertir la Atlántida en un mito es hacer de Platón un mentiroso... Pero... ¿Mintió Cervantes cuando puso a dialogar a Babieca y a Rocinante? ¿Mintió Shakespeare cuando puso a dialogar a Romeo y a Julieta? ¿Mintió Platón cuando puso en boca de Critias el mito de la Atlántida?
Puede usted responder a las dos primeras... La respuesta de la tercera es idéntica.
Una cosilla más sobre los mitos.
El nacimiento de la filosofía y de la ciencia en Grecia suele caracterizarse como el paso de la mentalidad mítica a la mentalidad lógica o científica. Fue un paso cultural importantísimo.
Según Mircea Eliade, lo que tiene de vivo, el mito no es una explicación destinada a satisfacer una curiosidad científica, sino un relato que hace revivir una realidad original y que responde a una profunda necesidad religiosa, a aspiraciones morales, a coacciones e imperativos de orden social, e incluso a exigencias prácticas. En las civilizaciones primitivas el mito desempeña una función indispensable: expresa, realza y codifica las creencias; salvaguarda los principios morales y los impone; garantiza la eficacia de las ceremonias rituales y ofrece reglas prácticas para el uso del hombre.
En los mitos se recrean con narraciones, a veces a través de fábulas o ficciones alegóricas, relatos referidos a cuestiones primordiales que pretenden dan explicación y fundamento tanto a las normas sociales como a las creencias, costumbres, etc. mediante la exposición de la génesis de dichas normas y funciones, o del origen del mundo, del hombre o del comportamiento de la naturaleza. Generalmente van asociados a la actividad de seres sobrenaturales o con poderes excepcionales, o a historias fantásticas, y permiten la justificación de valores, instituciones y creencias que las sociedades construyen mediante representaciones simbólicas que normalmente expresan las creencias profundas de la sociedad que los genera. El mito nace señalado por su función esencial: dar respuestas respecto de lo que las cosas y el hombre son.
De esta manera, ¿un mito es una mentira? No, pues no pretende decir de algo que es lo que se sabe que no es. ¿Son entonces ciertos? No, pues su finalidad no es ni pretende ser descriptiva o histórica. ¿Eran inútiles? No, pues expresaban, como ya se ha dicho, un modo de reproducir y de justificar creencias, valores, costumbres, instituciones...
El salto a la Filosofía o a la ciencia (el paso del mito al lógos) surge precisamente de cuestionar la verdad del contenido de los mitos. Un paso hacia adelante importantísimo. ¿Significa esto que el mito no sirva para enseñar o aprender cosas? No, el mismo Platón utiliza mitos con fines filosóficos, pedagógicos y moralizantes.
¿Platón cree en la verdad del contenido de los mitos que él mismo usa? Es pensable que no, aunque utilizó algunos para expresar su propio pensamiento. Esta actitud pede verse respecto del mito del rapto de Oritiya por parte de Boreas en su
Fedro, o con el mito del carro alado en el mismo diálogo, o con el de Cronos en
el Político, con el del infierno en el
Gorgias, con el de las marionetas de
las Leyes, o respecto de las historias sobre Eros en
el Banquete, o los que ya se le han citado, incluido el de la Atlántida.