Un blog sobre la New Age (Nueva Era) y los esoterismos varios que hoy, como una epidemia que afecta al raciocinio y a la lógica, se expanden... Bienvenidos sean usted y Guillermo de Occam.

sábado, 4 de agosto de 2007

Pseudomedicina





Un sistema sanitario puede estar fatalmente organizado, un Estado puede no tener recursos para sostener un sistema sanitario digno, muchos médicos pueden ser sinvergüenzas, indiferentes o torpes indecibles y las empresas farmacéuticas pueden carecer de escrúpulos. Todo esto puede ser verdad y muy probablemente lo es. Pero todo esto es astutamente utilizado por las llamadas “terapias alternativas”, que insisten en las deficiencias y en los errores en el ejercicio de la medicina científica para presentarse como "otra opción". Claro que esto no convierte en terapias a actividades que no lo son.

Es cuestión de hacer un pequeño análisis superficial. La pseudomedicina suele tener, casi siempre, las siguientes características:

- Simplismo. Se basan en conceptos muy simples. Las "teorías" que explican el mecanismo curativo suelen ser asequibles y sencillas, lo que suele convencer a muchos incautos. Esto hace posible, además, que con un cursillo de pocas semanas cualquiera pueda convertirse en terapeuta.

- Abrumadoras. A pesar del simplismo de las "explicaciones" el volumen de terapias distintas y de productos curativos es absolutamente abrumador. Se piensa que algo de verdad debe haber cuando hay tantos aparatos, técnicas y sustancias.

- Acumulativas. La falta de criterios de autodepuración hace que estas pseudomedicinas vayan acumulando sus supuestos conocimientos sin negar ni eliminar lo que no sirve. Al contrario que la medicina científica, no tienen un desarrollo histórico o evolutivo, por lo que es tan válido un libro del siglo XIII que lo último publicado. No conocen el progreso o la negación de errores, sólo la acumulación acrítica. Es más, consideran que si algo es muy antiguo es muy verdadero.

- Paralelismo. Su actitud acrítica hace que para una misma pseudomedicina se presenten varias escuelas paralelas a veces irreconciliables entre sí. La prevalencia de unas sobre otras se deben a criterios subjetivos ya que es difícil, cuando no imposible, comprobar la veracidad de unas o de otras.

- Analfabetismo académico. Los practicantes de estas pseudomedicinas no suelen tener títulos académicos en ciencias sanitarias, Medicina, Farmacia, Veterinaria, Biología etc… Muchas veces el "mérito" de las mismas se basa en una hostilidad enorme hacia la medicina cientifica presentando a la terapia "alternativa" como una postura antisistema y rebelde, cuando no como si estuvieran perseguidas por una conspiración del gobierno o de la industria farmacéutica que, mala malísima, desea que la gente no sane con sus "remedios". Sin embargo no hay que dejarse engañar por la presencia de algunos titulados entre sus defensores. Un criterio válido para observar el carácter "pseudo" es ver si entre la comunidad científica existe o no una gran dosis de rechazo. Lo hay.

- Sintomáticas. Al carecer de una base biológica y despreciar los conocimientos científicamente establecidos, les es imposible el estudio etiológico de la enfermedad. Sólo reconocen una enfermedad por sus cuadros de síntomas (si es que reconocen la enfermedad) y no por la naturaleza del mal. No pueden dar nunca una explicación racional sobre la acción del tratamiento en el cuerpo humano ni de las posibles consecuencias del mismo. Del mismo modo, suelen necesitar el diagnóstico previo de un verdadero médico. Los sensatos suelen recomendar que no se abandone el tratamiento mandado por el médico. Los hay que recomiendan abandonar el tratamiento del médico por tratarse de drogas...

- Difusas. Suelen estar basadas en conceptos como energía vital, principio vital, fuerzas energéticas, alma, aura, equilibrio vital, fuerza psíquica… La enfermedad es el desequilibrio de esta "energía", por lo que suelen rechazar cualquier tipo de nosología. Suelen decir que no hay enfermedad sino enfermos.

- Panaceas. Casi todas las terapias suelen curar todo tipo de males, lo mismo da una depresión que una artritis.

- Eficacísimas. No yerran. Siempre son eficaces. Da igual si el paciente muere, pues lo habrá hecho por acudir demasiado tarde y siempre cabe la excusa de que, al menos, se ha alargado o mejorado su calidad de vida. Si bien se alardea de los “éxitos” no existen casos de fracaso ni hay estudios de doble ciego para verificar su eficacia. Al contrario que en la medicina científica, no constan nunca errores, efectos secundarios, interacciones, incompatibilidades o estafas. Todo es siempre megaestupendo e hiperchuli.

- Recurso a la anécdota. Suelen carecer de investigación base, incluso de la meramente empírica, aunque se acostumbran publicitar o a justificar su validez con numerosas anécdotas del tipo "la Sr. X probó nuestros métodos y le desaparecieron los dolores", "los médicos desahuciaron al Sr. Z y con este producto su enfermedad desapareció", "mi marido ha dejado de roncar", “a mí me curó”... Esto suele suceder incluso cuando no se abandonó la terapia de la medicina científica, aunque la eficacia final se atribuya a la "alternativa".

- Infundamentada. Muchas veces, las terapias pretenden fundamentarse en estudios que nunca se han hecho. Así, suelen citar "estudios científicos" sin nombrar a los científicos o a la institución científica, o inventárselos directamente: "según la univerdidad Z", sin que esa universidad haya dicho o hecho lo que se dice. En ocasiones se presentan avaladas por institucines que ellos mismos han fundado: "según un estudio del FENACO (Federación Española de Profesionales en Naturopatía)...". Si bien rechazan el método científico para sus prácticas, desean el barniz de lo científico para parecer serias.

- Tradicionalistas. Por lo general la terapia tiene su "origen" en tradiciones chinas, mayas, indias, celtas, ayurvedas, antiquísimas y estupendísimas. No existe la historia de la ciencia. Generalmente este recurso suele ser además falso, pues la mayoría de estas "terapias" han nacido en el s. XX.

- Masomenismo. Los remedios de las pseudomedicinas no suelen emplear ningún rigor matemático en sus medidas. Habitualmente se emplean términos como "un poco", "una pizca", "un puñado", "mas o menos eso", como en las recetas de cocina. La medición de los síntomas tiene el mismo tipo de rigor.

- Buenismo. El tipo de tratamiento no suele explicarse como específico para una patología concreta. Lo suyo es aludir a que determinados productos, actividades o hierbas son buenas para el estómago, o buenas para la espalda, o buenas para la circulación, etc.

- Jerguismo. Suelen utilizar un argot pretendidamente técnico, aunque asequible al público medio. Así, los productos están magnetizados, energetizados, dinamizados, positivados, etc., conceptos que suelen ser más o menos conocidos por el gran público, aunque nadie sepa qué significan realmente o sean absolutas estupideces. Su sistema conceptual preferido es el que conocen de la física cuántica, aunque con un sentido absolutamente distorsionado.

- Simbólicas. Muchas de las pseudomedicinas tienen una riqueza excepcional de símbolos. La catalogación simbólica es muy útil tanto para el "diagnóstico" como para la terapia a utilizar ya que los remedios también presentan este simbolismo. Colores, olores, signos del zodiaco, formas, materiales, sueños, luces, etc., todos son susceptibles de una catalogación que pretende parecer sistemática.

- Asociacionismo. Se suelen asociar conceptos que no tienen nada que ver entre sí. De este modo las flores tienen propiedades espirituales, los cristales propiedades magnéticas, las manos propiedades eléctricas, la mente propiedades cuánticas, etc. Asombrosa es la negación de principios físicos y químicos sin pudor ninguno, como ocurre con la idea de que una sustancia es más potente cuanto menor sea la cantidad de principio activo que contenga.

- Efectistas. Muchas de las terapias se basan en provocar sensación de bienestar o relax en personas sanas o no muy enfermas, lo que suele presentarse como prueba de eficacia.

- De pago. Todas, absolutamente todas, se realizan previo pago, aunque no vendan lo que se les compra.

Si usted desea hacer la prueba del algodón, aunque le cueste un dinero, acuda a un "terapeuta alternativo" sin un diagnóstico médico previo y cuéntele sus síntomas. Aunque el terapeuta no tenga ni la más remota idea de la patología concreta que usted padece, le recomendará un tratamiento.

Reflexione las siguientes preguntas:

¿Diagnostica un terapeuta alternativo la enfermedad que va a sanar? No.

¿Conoce la etiología de la enfermedad? No.

¿Sabe en qué consiste el tratamiento de la medicina científica para la enfermedad que va a sanar? No.

¿Conoce las propiedades biológicas, químicas o físicas de la terapia que dice utilizar? No.

¿Sabe ingresar en su cuenta el dinero que va a cobrar al paciente? Sí.
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